Magnetismo y gravedad.

magnetismo,gravedad,demostracion.

domingo, 30 de enero de 2011

Led Zeppelin.



El nombre de Led Zeppelin convoca definiciones opuestas: desde "la más grande banda de rock de la historia" hasta "un cuarteto de plagiarios", pasando por "un grupo que transformó el blues original en una monumental épica" y "el paradigma de la decadencia rockera". Por exceso o por defecto, ninguna de esas definiciones alcanza la esencia de un grupo misterioso, infatuado y extremo que dejó para la posteridad las bases de un nuevo sub-género (el heavy metal), una media docena de álbumes incombustibles (diga lo que diga la contra) y un profuso anecdotario de sus desmanes entre conciertos.

Nada en ellos era mesurado, comenzando por el manager Peter Grant (1935-1995), un matón de dimensiones generosas, a lo alto y a lo ancho, que había sido luchador y guardia de seguridad, y continuó los malos modales una vez ingresado al negocio musical. A fuerza de prepotencia, obtuvo para el grupo un jugoso contrato con el sello Atlantic y porcentajes inéditos hasta el momento (90 % de las entradas a los shows). Al tiempo que les garantizaba libertad creativa y ante los medios se reservaba un segundo plano, los métodos de Grant convirtieron en millonarios a cuatro ingleses que rondaban los veinte y pocos años.

En términos artísticos, Jimmy Page (n. 1944) no era menos ambicioso. A pesar de su juventud, ya era un veterano de la escena inglesa cuando en 1968 decidió formar Led Zeppelin. Había trabajado como arreglador y músico de sesión con varios grupos y solistas y se desempeñó como bajista de los populares The Yardbirds, donde había militado el "dios" Eric Clapton. De la noche a la mañana se encontró ocupando el lugar dejado por el guitarrista Jeff Beck y, luego de la renuncia de los demás integrantes, quedó como único miembro y propietario del nombre del grupo. Decidido a reformarlo como The New Yardbirds, se dedicó a reclutar aliados.

DE GUANTE BLANCO. En un momento se sumaron el bajista John Entwistle y el batero Keith Moon, que estaban en crisis con The Who y querían probar otra cosa. Llegaron a grabar algún tema, pero pronto se retractaron y volvieron al grupo madre, no sin antes dejar un regalo involuntario cuando Moon aseguró que el eventual proyecto se vendría abajo "como un zeppelin de plomo" ("like a lead zeppelin"). Page convocó entonces a otro experimentado músico de sesión, el multiinstrumentista John Paul Jones (n. 1946) y a dos miembros de una banda del interior de Inglaterra llamada Band of Joy (ambos de 1948): el cantante Robert Plant y el baterista John Bonham.

Editaron el primer álbum a principios de 1969 y lo bautizaron con el nombre definitivo del grupo, que retomaba con ironía aquel comentario de Keith Moon. La modificación fonética, eliminando la "a" de lead, fue una sugerencia de Grant, y no precisamente por manía lingüística sino porque se adelantaba a los malentendidos y a la pronunciación errónea que podrían suscitarse en Estados Unidos, cuyo mercado era el principal objetivo del manager. Más allá de lo anecdótico, Led Zeppelin I era (y es) un extraordinario debut, un poderoso muestrario de la potencialidad del grupo y la evidencia de la fijación de Page con el blues y el folk americanos.

Grabado en apenas treinta horas, el álbum sonaba a la vez urgente y compacto, visceral y elaborado, y para muchos (incluido el propio Page) constituye la obra maestra de la banda. Sin embargo, el título estuvo manchado por sucesivas acusaciones de plagio, algunas de las cuales llegaron a tribunales y obligaron a la modificación de los créditos. Fue el caso de "Babe, I`m Gonna Leave You", que obtuvo una brillante ejecución aunque no tenía "Letra y Música de Jimmy Page", como rezaba la cubierta, sino que había sido escrita en los años cincuenta por la californiana Anne Bredon e, incluso, interpretada por Joan Baez en los sesenta.

Las miles de entradas que aparecen en Google al buscar "Led Zeppelin plagiarism" o "Led Zeppelin plagio" ilustran, por ejemplo, que el instrumental "Black Mountain Side" era de la autoría del escocés Bert Jansch y que "How Many More Times" tomaba versos de Howlin` Wolf y Albert King y riffs de guitarra de Jeff Beck, ninguno de ellos acreditado. Ilustran, además, sobre la legión de fiscales que se ha ganado Led Zeppelin, aunque es probable que esos mismos fiscales desconozcan la evolución del blues y vean con ojos más benignos, y hasta como un "homenaje", el (legítimo) apropiacionismo del hip-hop o de los Beastie Boys.

MASA CRÍTICA. Nada excusa la violación de los derechos de autor, claro está, algo que no se acotó a aquel primer álbum y que a Page le ha costado demandas legales hasta hace pocos meses (julio 2010), cuando el cantautor norteamericano Jack Holmes reclamó, con 41 años de retraso, un millón de dólares por la autoría de "Dazed and Confused", uno de los temas insignia de la carrera del grupo incluido en aquel debut. Pero el tema de fondo no parece estar en ese abundante saqueo sino en la antipatía que sembró el grupo como efecto boomerang de la enorme popularidad que obtuvo en la primera mitad de los años setenta.

Las versiones de Led Zeppelin no constituían meros covers sino verdaderas reescrituras de los originales, arrancando el corazón de una melodía o de una letra y ubicándola en una nueva dimensión de virtuosismo, narratividad, sentimiento o bravura, es decir, del rock como espectáculo sensorial. Al estigmatizarlos como simples plagiarios, minimizando su estatura interpretativa y desconociendo las contingencias temporales y culturales, los internautas detractores apelan a la obsesión histérica por la denuncia y el copyright, muy de esta época, sin reparos en desnaturalizar el asunto y el contexto histórico. Los colaboracionistas tienen eso.

Lo cierto es que toda esa parodia de tribunal supremo se derrumba ni bien comienzan a sonar los primeros acordes de "Whole Lotta Love", "Moby Dick" o "Heartbreaker", incluidas en Led Zeppelin II. Las nueve canciones del álbum habían sido compuestas durante las sucesivas giras que el grupo emprendió en 1969 y grabadas en Estados Unidos y Europa en condiciones fragmentarias y, a veces, precarias. Pero el resultado sonaba demoledor y expresivo, presentando un concepto de mayor cohesión que en el disco previo. Editado en octubre del 69, fue Nº 1 en los rankings y avisó que una segunda Invasión Británica había caído sobre América.

La crítica, en especial la británica, veía con recelo aquel cuarteto arrogante que en pocos meses había tomado el rock por asalto y se negaba a editar singles, y desde el primer día les reservó un trato despectivo. Si no eran anacrónicos, eran una suerte de sub-Cream o un divertimento para adolescentes (los Limp Bizkit de entonces, valga la escalofriante comparación). Pero los adolescentes seguían agotando los conciertos y comprando aquellos discos con imparable euforia. Humillados en su fútil campaña, los críticos recargaron los juicios lapidarios contra Led Zeppelin III y el grupo dejó de brindar entrevistas en Inglaterra.

LA RADIO Y EL CIGARRILLO. El álbum representaba un cambio de rumbo respecto a sus antecesores y fue diseñado en una suerte de retiro creativo que Page y Plant se tomaron en una casa de campo llamada Bron-Yr-Aur, ubicada en la Gales rural. Por primera vez desde sus inicios habían decidido detener la serie ininterrumpida de conciertos y afianzar la alianza compositiva en un contexto desconocido. Lo que surgió de la experiencia fue una extraña amalgama de folk acústico, country, ritmos celtas, blues urbano y pop-rock concebido sin urgencias bajo la égida de Van Morrison, The Band, y Crosby, Stills, Nash & Young (sin demandas de plagios, vale aclarar).

El paisaje inspiró a Plant -quien venía escribiendo textos desde el álbum anterior- para letras basadas en mitos galeses, montañas mágicas y batallas del Rey Arturo, y Page se animó con sobrios pasajes de sonidos asiáticos. De los diez cortes del disco, sólo la monocorde, maravillosa aplanadora de "Immigrant Song" se entroncaba con la línea de rock pesado que Zeppelin venía haciendo suya. La novedad del resto no fue impedimento para que llegara al Nº 1 en Estados Unidos ni bien editado (octubre, 1970), mientras los críticos se lanzaban con saña sobre él y empujaban a Page y sus socios a una reacción distante y aristocrática que asumieron con total impudicia.

A fines del mismo año, los cuatro se reunieron en la mansión de Headley Grange, en las afueras de Londres, para devolver los golpes con una obra suprema que los transformara en intocables e incluyera una nueva piedra de toque con la que alardear en los conciertos, al modo de "Whole Lotta Love" o "Dazed and confused", cuyas versiones en vivo ya se extendían hasta casi media hora y pronto llegarían a los 45 minutos. La obtuvieron rápidamente con una pieza épica de letra seudomística que comenzaba casi en murmullos y explotaba en una estridencia orgásmica, marca de la casa.

Para bien y para mal, "Stairway to Heaven" situó a Led Zeppelin en la cima de la música pop, les granjeó el respeto de los padres de los seguidores (dudosa conquista) y las radios se hartaron de emitirla. Casi cuatro décadas después, mientras era reivindicada como "la mejor canción de rock con guitarra" (por la revista Total Guitar, 2006) y "la mejor canción británica de todos los tiempos" (por la Classic Rock Radio, 2010), una investigación periodística reveló que la popularidad radial de la canción se debió a que sus ocho minutos permitían a los conductores fumarse tranquilamente un cigarrillo. También trascendió que el propio Plant la odiaba, con buen motivo.

Pero en un principio estaba conminada a ser la vedette del cuarto opus, al punto que, rompiendo una tradición, imprimieron la letra en el sobre interno, junto a la lista de temas y a cuatro enigmáticos símbolos. De éstos, el que representaba a Page ("ZoSo") ha merecido infinitas especulaciones, alimentadas por su conocida afición al ocultismo y a las prácticas del esotérico Aleister Crowley (1875-1947), pero el significado último sigue incógnito. Gente con mucho tiempo libre ha encontrado además loas al demonio en la reproducción inversa de "Stairway to Heaven", lo cual contribuyó a la leyenda negra del líder, o a su ridiculización, o a ambas.

CAMINO DEL EXCESO. Buscando la exclusiva relevancia de la música, Page quería una cubierta sin texto alguno: ni el nombre del grupo, ni del disco (que no llevaría título), ni el logo de Atlantic. La discográfica se negó, argumentando un "suicidio comercial", y la pulseada postergó la salida del álbum hasta noviembre de 1971. La edición definitiva, tal como la exigían los músicos, fue una lección para los ejecutivos, no sólo porque el trabajo se convirtió en el más vendido de la carrera de Led Zeppelin sino porque la repercusión de la bendita "Escalera" no logró eclipsar el resto del contenido, otro sabio entramado de folk, rock de alto voltaje y chispazos étnicos (como la imponente "Four Sticks").

Hacia 1972 nadie les hacía sombra. Sus álbumes estaban en las listas de los más vendidos (incluso el primero, rescatado del olvido), y sus conciertos eran multitudinarias celebraciones paganas que agotaban localidades en pocas horas, en cualquier parte. Ya se presentaban sin teloneros, superando a los Rolling Stones en la convocatoria y a todos en el volumen de amplificación, haciendo literalmente temblar los estadios. Los otros rubros en los que se destacaron fueron el destrozo de hoteles y las fiestas descontroladas, con mención especial de Bonham, a quien no por azar se le conocía como "La Bestia", además del habitual "Bonzo".

Hacía rato se referían a Los Angeles como su "Sodoma y Gomorra particular", sin exagerar un ápice. Legiones de groupies acampaban frente a los hoteles esperando la oportunidad de subir a las habitaciones, y legiones lo lograban. Recogidas en las biografías del grupo (de las cuales debe haber ya media docena), esas historias abarcan imaginativos bacanales, amoríos con menores y un par de escabrosos incidentes que trascendieron como "The Shark Episode" y "The Dog Act" (imagine el lector, o búsquelos en la web), sin contar motos conducidas a toda velocidad por los corredores, pescados colgados de los placares y televisores arrojados por la ventana. Etcétera.

"Si los primeros cuatro años de la vida de Led Zeppelin habían consistido en la construcción de un imperio", escribe Mike Wall en la biografía "oficial" When Giants Walked the Earth (2009), "los siguientes cuatro -de 1972 a 1975- los encontraría contemplando su reino con la espléndida pompa y la arrogancia propia de los faraones. Millonarios sin ayuda de nadie, eran tan famosos que ahora se escondían detrás de guardias armados, empleaban a sus propios proveedores de drogas y volaban en un jet privado." Podrían haberse retirado en ese mismo momento y holgazanear hasta la vejez, pero también eran adictos a la adrenalina de las giras.

Sólo en 1972 tocaron en Australia, Nueva Zelanda, India, Estados Unidos, Reino Unido y Japón, y si no lo hicieron en Singapur fue porque en la aduana les negaron la entrada por tener el pelo largo. Entre un viaje y otro, compusieron y grabaron los temas del siguiente álbum en los estudios que Page y Jones habían instalado en sus mansiones, algunos de los cuales fueron estrenados en las actuaciones en vivo. Complicaciones con la carátula -nuevamente- demoraron la salida de Houses of the Holy hasta marzo del año siguiente, dos meses antes de la novena y apoteósica gira por Estados Unidos, que involucró treinta y tres ciudades entre mayo y junio.

NO TAN DIRECTO. El quinto álbum era un despliegue de versatilidad sonora e interpretativa, si bien se desmarcaba de los anteriores en varios sentidos. Además de contar con un título propiamente dicho, se apartaba decididamente de la vena bluesera y se introducía con desigual inspiración en el terreno del funk ("The Grunge"), el reggae ("D`yer Maker"), el pop ("Dancing Days"), la balada de orquestación exuberante ("The Rain Song") y el rock semiacústico ("Over the Hills and Far Away"). El punto alto se encontraba en la amenazante y crepuscular "No Quarter", comandada por los teclados de Jones, aunque en su conjunto el álbum resultaba superfluo, inconsistente, sobreproducido.

Más allá de lograr el triple platino en Estados Unidos y el Nº 1 en Inglaterra, más allá de batir los récords de recaudación en los conciertos y más allá del fastuoso estilo de vida que habían adoptado, en su fuero íntimo los cuatro sabían que se habían apartado demasiado de los orígenes, y a ellos quisieron volver. A principios de 1975, Page brindó una entrevista a la revista Circus en la que afirmaba: "El próximo álbum seguirá teniendo canciones complejas y también algún tema con guitarra acústica (…), pero en su mayor parte volverá a lo que alguna gente piensa que hemos abandonado: el rock and roll directo."

Era una curiosa afirmación, ya que la única oportunidad en que Led Zeppelin estuvo cerca del rock and roll directo fue, justamente, "Rock and Roll" (del cuarto disco), y nada de eso apareció en Physical Graffiti, el ambicioso y magnífico álbum doble que lanzaron en febrero de 1975, dos años después de Houses of the Holy. Entretanto, el grupo ya venía autogestionando las giras y había colaborado en la producción del film Los caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Python. Al vencerse el contrato con Atlantic (mayo, 1974), Peter Grant decidió fundar un sello propio, Swan Song, que sería distribuido por la antigua firma.

Physical Graffiti sería el estreno de la banda en su propia discográfica. En un comienzo, el proceso de creación estuvo empañado por la amenaza de renuncia de John Paul Jones. El hombre quieto, el reservado, el que nunca había formado parte de los desbordes y se alojaba en hoteles diferentes a los del resto, estaba agotado y deprimido. Cuando Grant lo convenció de volver al ruedo, sus tres camaradas ya habían avanzado en la columna vertebral del nuevo trabajo. Estaban reunidos desde principios de 1974 en Headley Grange, cuya acústica encontraban idónea, y habían llevado con ellos un estudio ambulante y un ingeniero de sonido.

De aquellas sesiones surgieron ocho composiciones de asombrosa complejidad que excedían los cuarenta minutos aceptables para los LP de la época. Fue entonces que Page, como siempre el productor artístico, rescató siete cortes desechados de los tres álbumes previos y conformó un álbum doble. A pesar del ensamble, Physical Graffiti conformó una musculosa unidad donde las piezas nuevas y las previas se integraban en inteligente sucesión, expresando una perfecta síntesis de la riqueza de texturas, ritmos y arreglos que había alcanzado el grupo. Hay quienes lo comparan con el White Album de los Beatles y Exile on Main St. de los Rolling Stones, y con toda justicia.

LA MALDICIÓN. En más de un sentido, la culminación de Physical Graffiti fue la despedida del mejor Zeppelin. De ahí en más, el destino parece haberse confabulado en su contra y, si bien los negocios siguieron opulentos, la inspiración mermó y la tragedia se presentó bajo diversas encarnaciones. Un accidente automovilístico dejó seriamente heridos a Plant y a su esposa, y más adelante su hijo de cinco años falleció de un extraño virus. Iniciado por Richard Cole (manager de giras y promotor de cuanto vicio imaginable), Page se hizo adicto a la heroína, lo cual afectó su movilidad y sus habilidades de guitarrista, tanto en vivo como en la grabación del decepcionante Presence (1976).

Con Plant hundido en la depresión, Page aislado en fantasías persecutorias y Bonham más agresivo en sus borracheras, Jones tomó las riendas de un regreso a los estudios. De él dependió casi enteramente la producción de In Through the Out Door (1979), un proyecto de diseño que, al igual que Presence, contiene algunos chispazos de la vieja magia eléctrica pero, en definitiva, se acerca más a la autoparodia que a la recuperación. Para colmo, hacía rato que el movimiento punk venía combatiendo la pomposidad del rock y sus superestrellas. "¿Led Zeppelin? Sólo mirar las tapas de sus discos me revuelve el estómago", sentenció Paul Simonon, de The Clash.

"Dinosaurios" apenas pasados los treinta años, el grupo siguió dando batalla con una gira promocional de su último disco, al cabo de la cual ocurrió una nueva tragedia, la mayor de todas las que conformaron la "maldición" de Led Zeppelin. La mañana del 25 de setiembre de 1980, Bonham apareció ahogado en su propio vómito luego de haber tomado cuarenta medidas de vodka en el lapso de doce horas. En diciembre, la oficina de prensa de Swan Song emitió un comunicado: "La pérdida de nuestro querido amigo y el profundo sentido de armonía que sentíamos entre el grupo y el manager nos han hecho comprender que no podemos continuar".

Malas lenguas y fabricantes de mitos atribuyeron el cúmulo de desgracias a los oficios ocultistas del cineasta Kenneth Anger, otro seguidor de Crowley con quien Page se había enemistado por las falsas promesas de éste en escribir la música de una de sus películas. Aún así, Page se empeñó más adelante en hacer resurgir el grupo, con el hijo de Bonham (Jason) en la batería, pero sólo lo logró en contadas ocasiones. El reticente Plant accedió, en cambio, a una recordada reunión para un concierto de MTV, al que Jones no fue invitado, y a un último recital de los tres supervivientes en el auditorio londinense O2 Arena, en diciembre de 2007.

CODA. El más activo de los tres en construir una carrera post-Zeppelin, Plant venía de editar un hermoso álbum junto a la violinista y cantante norteamericana Alison Krauss (Raising Sand, 2007) y recientemente cerró un ciclo al reformar Band of Joy, su grupo de juventud. El sigiloso Jones ha colaborado como productor y músico invitado en varios álbumes de colegas, ha compuesto la banda sonora de películas y en 2009 formó Them Crooked Vultures, junto al guitarrista Josh Homme (Queens of the Stone Age) y el baterista Dave Grohl (Foo Fighters). Por último, Page ha seguido obsesionado con Led Zeppelin, volviendo sobre las cintas originales una y otra vez.

De toda esa labor, lo más valioso ha sido la recuperación de los registros en vivo de la primera época. Tanto las BBC Sessions (doble, 1997) como el triple How the West Was Won (2003) capturan la audacia y sensualidad de la banda en recitales brindados entre 1969 y 1972. Ambos superan ampliamente a la cansada performance incluida en The Song Remains the Same, clásico documento de los shows de Nueva York al final de la gira de 1973, publicado recién en 1976. La tardanza se debió a los problemas surgidos de la película que se estrenaría en paralelo, cuyos bochornosos insertos fantásticos son, según un crítico español, el verdadero motivo del surgimiento del punk.

Hay mucho material para el sarcasmo en Led Zeppelin: sus ínfulas de divos, sus jeans ajustados, sus groupies, sus leyendas de superchería, sus plagios. Una vez que se apagan las risas (o, acorde al presente, una semisonrisa a lo Adam Sandler), queda la música: una pirámide indestructible de riffs, falsetes, síncopas, precisión, espíritu, técnica y lujuria. Queda un enorme legado que ha influido en generaciones posteriores (las de Smashing Pumpkins, Jeff Buckely, P.J. Harvey o Jane`s Addiction). Quedan himnos indestructibles (algunos: "Since I`ve Been Loving You", "Kashmir", "Going to California"). Queda, en fin, un grupo fascinante, diga lo que diga la contra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

AUN CON LO MAL QUE SE HA HABLADO DE LED ZEPPELLIN, SEGUIRA SIENDO MI GRUPO FAVORITO, EL PRIMERO QUE INFLUYO EN MI JUVENTUD UN CARISMA DE FINEZA CUYA CORRIENTE NO LINDA CON LO VULGAR, UN ROCK CLASICO PURIFICADO CON DESTELLOS DE LIBERTAD EN SUS LETRAS, Y LA MUSICA QUE TE HACE SENTIR FUERTE Y SENTIMENTAL.