Me refiero a la proliferación de actitudes, posiciones o comportamientos abiertamente reaccionarios, más propios de cadenas como Intereconomía o Libertad Digital que de un grupo o artista hip hop. La homofobia abierta es una realidad palpable en las letras de muchos de los artistas de hip hop de nuestro país. No hablamos ya del típico discurso sexista de mi pene no me lo merezco de lo grande que es, sino de posiciones directamente homófobas en las que muchos lumbreras reiteran su condición de heterosexual convencido y repudian la homosexualidad. Ya no es que sencillamente pasen del tema, es que cuando lo abordan parecen un comentarista de la Cadena Cope. Y parte del público ríe la gracia. Digo parte porque aquellos que han hecho de la heterosexualidad cavernícola militante su discurso, apenas alcanzan repercusión más allá de un par de foros especializados y no salen a tocar más allá de su barrio. Es muy significativo al respecto que en pleno siglo XXI todavía ningún mc haya salido del armario, un rapero gay es más extraño que un torero o un futbolista gay, algo que como miembros de esta comunidad, debería primero hacernos sentir vergüenza y luego hacernos reflexionar. Salir no han salido del armario pero como las meigas, haberlos haylos.
Lo más terrible es la aceptación que algunos grupos obtienen incluso entre gente que milita en movimientos sociales y demás. Unos textos que en boca de un nazi o un comentarista de Intereconomía nos harían poner el grito en el cielo, son asumidos con total normalidad por individuos de dilatada carrera militante. Las excusas siempre son las mismas: «es que son de mi barrio», «se les pira un poco la pinza pero son buena gente» y mi favorita sin duda: «es que son de Madrid». Pudiera parecer que en los últimos años el ser oriundo de la capital del reino otorga carta blanca para insultar a prostitutas, mujeres, homosexuales y demás colectivos tradicionalmente criminalizados. ¿Alguien se imagina a Violadores del verso con el puta-zorra-maricona-no soy homosexual-etc? ¿No verdad? ¿Entonces por qué exigimos para algunos lo que a otros les toleramos amparándonos en no se sabe muy bien qué conceptos o licencias?
La última moda o giro copernicano entre esos que se autoproclaman hip hop avanzado, fresco o calle, es la de utilizar de forma constante referencias al Todopoderoso, el Mesías o Yavé, es decir, a Dios, ser supremo omnipresente. Tote King ya nos alertó hace años con la acertada rima: «Ya sabes, estés donde estés, tu rap no suena a Tess/ como el de algunos horteras que saludan a Dios en sus LP’s» Pero de muy poco sirvió, se suceden los textos de mc’s en los que declaran abiertamente que rezan plegarias y que por tanto son escuchados por el Altísimo. Imaginad por un momento el resultado: en la misma letra insultas a las mujeres y a los homosexuales, para luego zanjar el verso con alguna frase mística en la que poner de manifiesto que rezas a Dios. Da verdadero repelús, este tipo de caldo de cultivo es el que en los años treinta dio origen al fascismo organizado a gran escala que desembocó en campos de exterminio con homosexuales, comunistas y judíos iluminando el cielo de Europa con el humo de sus cadáveres. Pero por lo visto algunos prefieren leer La Biblia a libros de historia.
En realidad la explicación sociológica es bien sencilla: parte de la comunidad hip hop (la que menos acceso a la cultura ha tenido) se deslumbra con el fenómeno de las bandas latinoamericanas en Centroamérica. Embelesados por su estética, sus formas y su manera de entender la comunidad, se dejan seducir o abrazan una serie de códigos culturales que les son completamente ajenos, ejemplos hay muchos: las zapatillas colgadas de un hilo de parte a parte de la calle, la familia tradicional como eje nuclear de la vida en común, el patriarcado más cafre, el individualismo salvaje que supone mirar sólo por uno mismo y los tuyos, la desconfianza completa hacia el resto, la ciudad es una jungla, etc. En el fondo no es más que la legitimación del capitalismo más salvaje y de rapiña teorizado por Milton Friedman. Y por supuesto la religión, como cómodo armatoste espiritual en el que purgar nuestros pecados de vida golfa. Qué curioso resulta eso de ser cristiano, puedes cometer cualquier barbaridad, que siempre obtendrás la salvación eterna rezando tres aves marías y cinco padre nuestros. En realidad la Confesión cristiana era un método de control informativo en la incipiente alta edad media y quizá los primeros destellos de la doble moral burguesa, pero como de costumbre, nos estamos yendo por los cerros de Úbeda.
Por supuesto que están en su derecho de hacer rap cristiano plagado de referencias a Dios y a sus constantes oraciones y rezos. El mismo derecho que tenemos algunos de sonrojarnos al ver en pleno año 2011, a un tío de treinta años que se las da de vivo y de espabilado, creyéndose el cuento de que habla con un ser omnipresente que le escucha y vigila y que si es bueno y se porta bien en esta vida, alcanzará el paraíso. Un paraíso eso sí, carente de placer sexual, ya lo dijo el Papa como representante de Dios en la tierra, una verdadera lástima.
El hip hop continúa degenerando hasta niveles insospechados, bajo la etiqueta de evolución o nuevos sonidos, se da cobijo a actitudes abiertamente homófobas y reaccionarias. La vieja y manoseada excusa de «es que es otro rollo» ya no cuela, huele demasiado a podrido. La cuestión es dónde está el límite: ¿veremos en los próximos años textos en el hip hop contra los migrantes? Por que seamos sinceros: ¿Qué diferencia existe entre insultar a un homosexual por su condición de homosexual que a un inmigrante por su condición de inmigrante? En realidad casi ninguna, es fascismo en estado puro aunque algunos lo pretendan disfrazar de una presunta evolución en el hip hop vinculada a determinado tipo de sonido. Después de los homosexuales y las mujeres vendrán los rojos, como en el poema falsamente atribuido a Berlton Brecht. Para nuestra rabia y vergüenza, es una constante en muchos foros de hip hop encontrarse comentarios en la línea de: «el Viña-rock está lleno de guarros hippies perro flautas….» Guarros, el mismo término que utilizan los nazis para designar a izquierdistas de toda índole. Como se puede palpar, la línea que separa a algunos miembros de la comunidad hip hop de la extrema derecha más rancia y cavernícola es delgadísima. El funcionamiento es similar y es extrapolable.
Esta semana un grupo de neonazis asaltaba la facultad de políticas y sociología de la Complutense, el hecho no resulta aislado si tenemos en cuenta que previamente la caverna mediática (Intereconomía, Libertad Digital, Tele-Madrid, Cope…) se había encargado de calentar el ambiente, criminalizando a la citada facultad y tildándola de hervidero de rojos subversivos totalitarios, es decir, se había encargado de señalar con el dedo para que los escuadristas de camisa negra atacaran. La relación de los hechos es indiscutible, la analogía también. Algunos se sorprenden y se preguntan el porqué no existen raperos o raperas homosexuales, respuesta que se obtiene fácilmente escuchando las letras de algunos grupos. Se está generando un caldo de cultivo de odio, de rechazo al diferente, de banalización y criminalización de las identidades. Luego cuando algún miembro de la comunidad hip hop termine apaleando a un homosexual algunos se preguntarán el porqué. Sorprendidos, serán tan estúpidos de no ver la relación entre el artista homófobo y sus seguidores, no querrán ver una realidad vergonzosa: parte del hip hop odia al colectivo homosexual. El que sube a un escenario tiene que medir muy bien sus palabras ya que quiera o no, se convierte en un referente para sus seguidores, en un generador de valores, en un creador de actitudes, en un referente moral, con todo lo que ello implica.
Pero tengo malas noticias para estos seudo-nazis de gorra y pantalones caídos, algunos no estamos dispuestos a ceder el espacio simbólico en nuestra cultura, pensamos presentar batalla ideológica hasta que llegue el punto en que sientan vergüenza de sus textos de comentarista en Intereconomía, el lugar donde tendrían que dar sus conciertos y entrevistas, el único espacio mediático en el que tienen cabida. No pensamos tirar la toalla hasta desterrar de nuestra comunidad a esa banda de analfabetos funcionales. Es lo que tiene la cosa: algunos salimos en Intereconomía para ser linchados, algo de lo que sentirse verdaderamente orgulloso, otros tendrían un hueco y una cálida acogida entre esos que, risotada arriba risotada abajo, llaman a Carla Antonelli «chica-chico-chique o lo que sea» o criminalizan el día del orgullo gay. El gato al agua e Intereconomía no tienen ni puta gracia, la misma que el rapero paleto de turno insultando a homosexuales. Lo más terrible es que se vanaglorian de su ignorancia, enaltecen sus carencias y se muestran orgullosos de no haber terminado ni la E.S.O., todo a ritmo de bombo y caja.
Luego como suele ocurrir, no hace falta ser un experto en psicoanálisis para cerciorarse de que tanto odio acumulado en el fondo quizá no es más que una identidad sexual no definida o asumida completamente. Que tanto nerviosismo y rechazo obsesivo, que esos ojillos vidriosos y esos ataques de testosterona galopante cuando mencionan la cuestión gay, en última instancia puede interpretarse como una no aceptación de determinada identidad sexual que consideran una desviación viciosa que no quieren o pueden asumir, ya que ni es cristiana ni de raperos.
Los chicos no lloran, los raperos menos: insultan a homosexuales y follan putas.
Yu nou my brotha??.