¿Dónde está el dinero? Esta es la pregunta sin respuesta que corre de boca en boca entre los habitantes de Bulgaria cuando se les pregunta por la gestión de los fondos públicos del Estado. Un problema que en el caso del Ministerio de Cultura se está intentando resolver “pero que continúa siendo un caos”, explica Diana Andreeva, directora del Observatorio de Cultura Económica de Sofía.
Gracias al crecimiento espectacular del país en los últimos cinco años, Bulgaria ha acumulado un superávit fiscal del 1,6% del PIB, lo que ha permitido que el Ministerio de Cultura recibiese durante este tiempo “bastante dinero en comparación con años anteriores”, argumenta Andreeva. “Pero el país no tiene ninguna política gubernamental a seguir en materia de cultura, de manera que no se controla como se gasta el dinero”, añade.
Además, los entes públicos que financian los proyectos culturales tampoco siguen ningún criterio a la hora de dar dinero a uno u otro proyecto. Una política “sin sentido”, en palabras del joven escritor Alexander Manuiloff. “El Ministerio de Cultura me denegó una subvención para interpretar mi guión de teatro sobre la realidad búlgara mientras que dio financiación a un grupo que enseña danza de capoeira en Sofía”, ironiza Manuiloff, y se pregunta: “¿Qué tipo de criterio siguen nuestros políticos a la hora de promocionar la cultura búlgara?” Manuiloff se conoce la ciudad al dedillo y paseando por Sofía recorre la historia de la capital Búlgara. “¡El Parlamento se construyó para ser un teatro!”, explica el dramaturgo, quien no para de describir anécdotas sobre los lugares por los que pasamos, desde la Iglesia de San Jorge –uno de los templos cristianos más antiguos de los Balcanes-, la espectacular catedral de Alejandro Nevski –una de las iglesias ortodoxas más grandes del mundo-, y la Iglesia de Hagia Sofía –de la que se tomó el nombre de la ciudad en el s.XIV. La idea de Manuiloff es explicar todas estas curiosidades en un documental. “Sofía tiene mucha poesía y hay que enseñar la ciudad de una manera diferente”, destaca entusiasmado.
“Genocidio” del cine búlgaro
La productora búlgara Agiitprop, de Martichka Bozhilova fue reconocida en el festival de cine de Cannes por la creatividad, la innovación y la originalidad de su documental en 2006 Según un informe elaborado por Andreeva a partir de datos extraídos del Ministerio de Cultura, las partidas de este año para el cine y el teatro se han recortado un 29% y un 28% respectivamente, debido a la crisis económica. Además, el Gobierno búlgaro anunció hace unos meses que el presupesto para la industria cinematográfica aún se recortará más el 2010, hasta un 50%. “El mundo del cine está bajo una gran amenaza”, asegura Martichka Bozhilova, jefa de proyectos de la productora búlgara AgitProp, situada en un barrio tranquilo de la ciudad, que mezcla edificios de estética comunista con otros de arquitectura neoclasicista o neobarroca.
Uno de los cineastas búlgaros más de moda actualmente, Kamen Kalev, director del clamado filme Eastern Plays, comparte la opinión de Bozhilova. “Recortar el presupuesto a la mitad es un genocidio para la industria cinematográfica, que representa la nueva voz de la juventud del país”. De sonrisa burlona y mirada afable, Kalev expresa su devoción por las películas en el bar del Cine Odeón, una de las pocas salas de exhibición, situada en el centro de la ciudad, que apuesta por el cine de autor autóctono e independiente. “La gente no sabe lo que pasa en Bulgaria y el cine es una buena forma de explicar la realidad cuotidiana del país afuera”, afirma Kalev.
“El Estado no está cumpliendo sus obligaciones”, añade la joven directora de documentales, Maria Averina. Licenciada en filología y con un máster en dirección de cine, Maria Averina eligió el documental porque “es una manera directa de transmitir una realidad concreta y posicionarse sobre una temática”, destaca. Averina procede de una familia de cineastas y será la directora del documental escrito por Alexander Manuiloff. Un binomio perfecto entre el halo bohemio de Manuiloff y la profesionalidad y sentimiento de Averina.
Gracias al crecimiento espectacular del país en los últimos cinco años, Bulgaria ha acumulado un superávit fiscal del 1,6% del PIB, lo que ha permitido que el Ministerio de Cultura recibiese durante este tiempo “bastante dinero en comparación con años anteriores”, argumenta Andreeva. “Pero el país no tiene ninguna política gubernamental a seguir en materia de cultura, de manera que no se controla como se gasta el dinero”, añade.
Además, los entes públicos que financian los proyectos culturales tampoco siguen ningún criterio a la hora de dar dinero a uno u otro proyecto. Una política “sin sentido”, en palabras del joven escritor Alexander Manuiloff. “El Ministerio de Cultura me denegó una subvención para interpretar mi guión de teatro sobre la realidad búlgara mientras que dio financiación a un grupo que enseña danza de capoeira en Sofía”, ironiza Manuiloff, y se pregunta: “¿Qué tipo de criterio siguen nuestros políticos a la hora de promocionar la cultura búlgara?” Manuiloff se conoce la ciudad al dedillo y paseando por Sofía recorre la historia de la capital Búlgara. “¡El Parlamento se construyó para ser un teatro!”, explica el dramaturgo, quien no para de describir anécdotas sobre los lugares por los que pasamos, desde la Iglesia de San Jorge –uno de los templos cristianos más antiguos de los Balcanes-, la espectacular catedral de Alejandro Nevski –una de las iglesias ortodoxas más grandes del mundo-, y la Iglesia de Hagia Sofía –de la que se tomó el nombre de la ciudad en el s.XIV. La idea de Manuiloff es explicar todas estas curiosidades en un documental. “Sofía tiene mucha poesía y hay que enseñar la ciudad de una manera diferente”, destaca entusiasmado.
“Genocidio” del cine búlgaro
La productora búlgara Agiitprop, de Martichka Bozhilova fue reconocida en el festival de cine de Cannes por la creatividad, la innovación y la originalidad de su documental en 2006 Según un informe elaborado por Andreeva a partir de datos extraídos del Ministerio de Cultura, las partidas de este año para el cine y el teatro se han recortado un 29% y un 28% respectivamente, debido a la crisis económica. Además, el Gobierno búlgaro anunció hace unos meses que el presupesto para la industria cinematográfica aún se recortará más el 2010, hasta un 50%. “El mundo del cine está bajo una gran amenaza”, asegura Martichka Bozhilova, jefa de proyectos de la productora búlgara AgitProp, situada en un barrio tranquilo de la ciudad, que mezcla edificios de estética comunista con otros de arquitectura neoclasicista o neobarroca.
Uno de los cineastas búlgaros más de moda actualmente, Kamen Kalev, director del clamado filme Eastern Plays, comparte la opinión de Bozhilova. “Recortar el presupuesto a la mitad es un genocidio para la industria cinematográfica, que representa la nueva voz de la juventud del país”. De sonrisa burlona y mirada afable, Kalev expresa su devoción por las películas en el bar del Cine Odeón, una de las pocas salas de exhibición, situada en el centro de la ciudad, que apuesta por el cine de autor autóctono e independiente. “La gente no sabe lo que pasa en Bulgaria y el cine es una buena forma de explicar la realidad cuotidiana del país afuera”, afirma Kalev.
“El Estado no está cumpliendo sus obligaciones”, añade la joven directora de documentales, Maria Averina. Licenciada en filología y con un máster en dirección de cine, Maria Averina eligió el documental porque “es una manera directa de transmitir una realidad concreta y posicionarse sobre una temática”, destaca. Averina procede de una familia de cineastas y será la directora del documental escrito por Alexander Manuiloff. Un binomio perfecto entre el halo bohemio de Manuiloff y la profesionalidad y sentimiento de Averina.
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