De manera paradójica, la ruleta de las cifras humaniza la mayor fiesta del libro en el mundo: 9 mil 700 millones de euros maneja el mercado editorial alemán cada año, informa Juergen Boos, director de la Feria de Frankfurt.
A partir de ese fundamento, la infraestructura inabarcable de este cosmos de pasillos, andenes, módulos, cubículos, escaleras, andadores eléctricos, conjunción de idiomas conocidos y por conocer, cobra sentido: no existe el apocalipsis del libro impreso. Estamos apenas al principio de un nuevo camino, sentencia Gottfried Honnefelder, presidente de la Asociación de Editores y Libreros Alemanes.
Desde hace meses, la expectativa respecto de la naturaleza novedosa de la edición de este año apuntaba, ya, a la conversión definitiva hacia el libro digital. Como si se tratase de un antes y un después de Frankfurt 2010. Y ciertamente se estructuró un programa especial titulado “Donde los contenidos se encuentran con la tecnología”, pero es tan sólo una parte, tan importante como el resto, de esta estructura organizativa que deslumbra por su eficiencia.
Subirse a la nave de la tecnología
En la Feria de Frankfurt efectivamente está todo lo que concierne al libro. No hay tema ausente, renglón saltado, tópico trillado ni pendientes por resolver.
Este programa especial de libros y medios digitales tampoco tiene una categoría de exclusividad ni estrellato: sencillamente se decidió instalar distintos puntos (hot spots) en los siete pabellones en los que están distribuidos los 7 mil expositores que traen a a esta ciudad alemana 103 mil novedades bibliográficas desde 113 países y casi en su totalidad en formato impreso.
De nuevo, las cifras desmienten el apocalipsis de papel: Christoph Kochhan, de la Asociacion de Libreros Alemanes, dibuja así la gráfica de la fluctuación del desarrollo del tráfico de libros a través de la Internet: en 2004, la venta de libros por la Red en relación con el libro impreso fue de 27 por ciento, cuando ocurrió el máximo histórico de la década pasada, pues un año después descendió a 25 por ciento y al siguiente al mínimo: 11 por ciento.
En 2007 hubo una recuperación: 21 por ciento de los libros que circularon se hizo por la Internet. Y desde entonces el descenso, contrariamente a lo que se ha pregonado, no se ha detenido: 20 por ciento en 2008 y 15.6 por ciento el año pasado.
Se trata, además, confirmó Kochhan, de libros de consulta y no necesariamente literarios los concentrados en el formato de e-book.
El año pasado, informa Christoph Kochhan, se vendieron en Alemania 80 mil dispositivos para leer libros electrónicos, conocidos genéricamente como e-books. El porcentaje de libros electrónicos respecto de los impresos es apenas de 0.5 por ciento. Y el pronóstico para 2015 es de entre 3 y 8 por ciento
Tales cifras y proyecciones a futuro desmienten de modo fehaciente el crepúsculo de los impresos.
El porcentaje de libros electrónicos respecto de los impresos en papel resulta hoy día apabullante: uno por ciento. Y la proyección para los siguientes 10 años es que crecerá, cuando mucho, a 10 por ciento.
Lo que no pierden de vista los estrategas de la Feria de Frankfurt es que no se debe voltear la mirada ante la nueva realidad de la tecnología. Recomiendan a sus asociados y a los editores subirse a la nave de la tecnología, sin que eso signifique claudicar de los afanes tipográficos ni mucho menos dar por concluida la era Gutenberg.
La de los Libreros Alemanes es la asociación más antigua en Alemania y agrupa no sólo a libreros, también a distribuidores y otros asociados, inclusive extranjeros.
En 1991, un año después de la reunificación alemana, las asociaciones de las dos Alemanias se unieron en una sola.
Integra a mil 833 editoriales, mil 814 distribuidores, y contando también a los asociados, como grandes imprentas y profesionales de otros países, suma un total de 5 mil 787 participantes en torno al libro en Alemania.
Enumera 3 mil 814 librerías, pero no son todas las que funcionan en este país, ya que si se toma en cuenta las secciones de tiendas departamentales, supermercados, estaciones de trenes, se llega a un total de 7 mil puntos de venta de libros en este país.
El mercado del libro alemán, de acuerdo con los datos que proporciona Christoph Kochhan, en nombre de los Libreros Alemanes: 82 millones de habitantes, para quienes tienen a su disposición 200 mil títulos cada año, 94 mil de los cuales son nuevos, de los cuales 6 mil 278 se tradujeron del alemán a otros idiomas, 6 mil 874 se tradujeron del inglés al alemán, mil 78 del francés y 182 del español.
Danzan los números. Explican en sus pirouttes, fouttés, pas de jambes, pas de chats, entre otras cosas, por qué la Feria de Frankfurt es la más importante del mundo.
Cerca de aquí, por cierto, a una hora de viaje en tren, nació el mismísimo Gutenberg, en Mainz, hace ya más de medio siglo y el libro todavía está muy lejos de morir. Por el contrario, la danza de las cifras de su auge despiertan hondo asombro.
A partir de ese fundamento, la infraestructura inabarcable de este cosmos de pasillos, andenes, módulos, cubículos, escaleras, andadores eléctricos, conjunción de idiomas conocidos y por conocer, cobra sentido: no existe el apocalipsis del libro impreso. Estamos apenas al principio de un nuevo camino, sentencia Gottfried Honnefelder, presidente de la Asociación de Editores y Libreros Alemanes.
Desde hace meses, la expectativa respecto de la naturaleza novedosa de la edición de este año apuntaba, ya, a la conversión definitiva hacia el libro digital. Como si se tratase de un antes y un después de Frankfurt 2010. Y ciertamente se estructuró un programa especial titulado “Donde los contenidos se encuentran con la tecnología”, pero es tan sólo una parte, tan importante como el resto, de esta estructura organizativa que deslumbra por su eficiencia.
Subirse a la nave de la tecnología
En la Feria de Frankfurt efectivamente está todo lo que concierne al libro. No hay tema ausente, renglón saltado, tópico trillado ni pendientes por resolver.
Este programa especial de libros y medios digitales tampoco tiene una categoría de exclusividad ni estrellato: sencillamente se decidió instalar distintos puntos (hot spots) en los siete pabellones en los que están distribuidos los 7 mil expositores que traen a a esta ciudad alemana 103 mil novedades bibliográficas desde 113 países y casi en su totalidad en formato impreso.
De nuevo, las cifras desmienten el apocalipsis de papel: Christoph Kochhan, de la Asociacion de Libreros Alemanes, dibuja así la gráfica de la fluctuación del desarrollo del tráfico de libros a través de la Internet: en 2004, la venta de libros por la Red en relación con el libro impreso fue de 27 por ciento, cuando ocurrió el máximo histórico de la década pasada, pues un año después descendió a 25 por ciento y al siguiente al mínimo: 11 por ciento.
En 2007 hubo una recuperación: 21 por ciento de los libros que circularon se hizo por la Internet. Y desde entonces el descenso, contrariamente a lo que se ha pregonado, no se ha detenido: 20 por ciento en 2008 y 15.6 por ciento el año pasado.
Se trata, además, confirmó Kochhan, de libros de consulta y no necesariamente literarios los concentrados en el formato de e-book.
El año pasado, informa Christoph Kochhan, se vendieron en Alemania 80 mil dispositivos para leer libros electrónicos, conocidos genéricamente como e-books. El porcentaje de libros electrónicos respecto de los impresos es apenas de 0.5 por ciento. Y el pronóstico para 2015 es de entre 3 y 8 por ciento
Tales cifras y proyecciones a futuro desmienten de modo fehaciente el crepúsculo de los impresos.
El porcentaje de libros electrónicos respecto de los impresos en papel resulta hoy día apabullante: uno por ciento. Y la proyección para los siguientes 10 años es que crecerá, cuando mucho, a 10 por ciento.
Lo que no pierden de vista los estrategas de la Feria de Frankfurt es que no se debe voltear la mirada ante la nueva realidad de la tecnología. Recomiendan a sus asociados y a los editores subirse a la nave de la tecnología, sin que eso signifique claudicar de los afanes tipográficos ni mucho menos dar por concluida la era Gutenberg.
La de los Libreros Alemanes es la asociación más antigua en Alemania y agrupa no sólo a libreros, también a distribuidores y otros asociados, inclusive extranjeros.
En 1991, un año después de la reunificación alemana, las asociaciones de las dos Alemanias se unieron en una sola.
Integra a mil 833 editoriales, mil 814 distribuidores, y contando también a los asociados, como grandes imprentas y profesionales de otros países, suma un total de 5 mil 787 participantes en torno al libro en Alemania.
Enumera 3 mil 814 librerías, pero no son todas las que funcionan en este país, ya que si se toma en cuenta las secciones de tiendas departamentales, supermercados, estaciones de trenes, se llega a un total de 7 mil puntos de venta de libros en este país.
El mercado del libro alemán, de acuerdo con los datos que proporciona Christoph Kochhan, en nombre de los Libreros Alemanes: 82 millones de habitantes, para quienes tienen a su disposición 200 mil títulos cada año, 94 mil de los cuales son nuevos, de los cuales 6 mil 278 se tradujeron del alemán a otros idiomas, 6 mil 874 se tradujeron del inglés al alemán, mil 78 del francés y 182 del español.
Danzan los números. Explican en sus pirouttes, fouttés, pas de jambes, pas de chats, entre otras cosas, por qué la Feria de Frankfurt es la más importante del mundo.
Cerca de aquí, por cierto, a una hora de viaje en tren, nació el mismísimo Gutenberg, en Mainz, hace ya más de medio siglo y el libro todavía está muy lejos de morir. Por el contrario, la danza de las cifras de su auge despiertan hondo asombro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario