Magnetismo y gravedad.

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sábado, 23 de octubre de 2010

Muere El Maestro Antonio Alatorre.


Antonio Alatorre, catedrático, ensayista, escritor y uno de los filólogos más relevantes de México, falleció este jueves a la edad de 88 años. Una breve carta enviada a este diario informó que “por instrucciones expresas suyas, no habrá velorio, ritos, ceremonias, homenajes, ni ningún otro exorcismo”.

A quien lo quiera recordar, agrega la misiva publicada en la edición de ayer, “le pedimos que lean sus libros. Lo participan con dolor su esposo, Miguel Ventura, y sus hijos Silvia, Gerardo y Claudio”.

Antonio Alatorre nació en 1922 en Autlán, Jalisco. De acuerdo con la biografía que publica El Colegio Nacional en su página de Internet, del que fue integrante desde 1981, cursó la secundaria en una escuela religiosa y ahí aprendió latín, griego, francés e inglés. Estudio derecho en la Universidad de Guadalajara, carrera que no terminó, y después letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y filología en El Colegio de México (Colmex). Estudió también en Francia y España, donde tuvo como maestros a Marcel Bataillon y Edmond Faral. Entre sus mentores en México figuran Juan José Arreola y Raimundo Lida.

Desde 1951 se desempeñó como profesor e investigador en el Colmex, donde dirigió entre 1953 y 1972 el Centro de Estudios Filológicos, renombrado como Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios. Fue director y editor de Nueva revista de filología hispánica y en 1990 fue nombrado profesor emérito de esa institución. Fue también catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Incansable traductor

Estados Unidos, Japón e India son algunos de los países donde Alatorre impartió cátedra y dictó conferencias, tradujo gran número de títulos del latín, italiano, francés, portugués e inglés, entre ellos Erasmo y España: estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, de Marcel Bataillon; La formación de latifundios en México, de François Chevalier, y Cartas a Guinea-Bissau: apuntes de una experiencia pedagógica en proceso, de Paulo Freire.

Como editor o coeditor trabajó en las revistas Pan, al lado de Arreola y después Juan Rulfo; Historia Mexicana y Revista Mexicana, aquí al lado del poeta Tomás Segovia. Diálogos y Nexos también se cuentan en esta lista.

Desde septiembre de 2001 fue miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua y recibió premios como el Jalisco en 1994, el Nacional de Ciencias y Artes en el área de lingüística y literatura en 1998.

Estudioso de la Décima Musa, publicó los libros Juana de Asbaje de Amado Nervo y Enigmas ofrecidos a la casa del placer de Sor Juana Inés de la Cruz y editó las obras completas de la poeta.

Otros de sus libros son Los 1001 años de la lengua española; El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro; El apogeo del castellano y Ensayos sobre crítica literaria.

Uno de sus trabajos más recientes es el prólogo de la obra en dos volúmenes de Poesía novohispana: antología, de Martha Lilia Tenorio, coedición Colmex-Fundación para las Letras Mexicanas.

Experto en el Siglo de Oro

Antonio Alatorre fue recordado entre sus colegas y estudiosos como defensor del español, gran maestro y hombre sabio.

Hugo Gutiérrez Vega, poeta: es uno de los grandes estudiosos y defensores de la lengua castellana. Como decía Kraus lo que importa es la palabra y en ese sentido Alatorre rendía culto a las palabras y conocía la importancia social e individual del lenguaje. Su obra de escritor, compilador y maestro tiene un lugar muy preponderante en los estudios literarios mexicanos.

Margo Glantz, escritora: admiraba mucho a Antonio, era un gran humanista y polígrafo, un hombre temible. Tenía una capacidad de razonamiento casi implacable, producía miedo a veces, le encantaba polemizar y dejó estudios fundamentales sobre los Siglos de oro y Sor Juana Inés de la Cruz. Sus análisis de algunos textos de ésta son inmejorables, como el de la Carta al padre Núñez; algunas le fallaron pero siempre fueron muy brillantes. Un maestro que dejó huella en el Colmex y en la facultad de Filosofía. Uno de los grandes maestros, se mantuvo dando clases hasta hace muy poco, los cursos sobre Sor Juana y Góngora los recordaremos siempre sus alumnos. Escribió poco, pero al final coleccionó varios de sus escritos, afortunadamente.

José G. Moreno de Alba, director de la Academia Mexicana de la Lengua: lamento muchísimo el fallecimiento de don Antonio, porque se trata de uno de los más importantes filólogos de nuestro país, de la segunda mitad del siglo pasado. Era un estudioso a fondo de lo que publicaba y esos textos son formidables. Las reseñas que escribía eran verdaderas cátedras. Me gustaría destacar que en toda su obra –en Los 1001 años de la lengua española en particular– el gran respeto que tenía por el español. No le gustaba hablar de poesía mexicana, argentina o española, sino de poesía escrita en español y escrita en México o Argentina. Lo importante era la lengua más que el lugar donde se escribe.

Eduardo Langagne, poeta y director de la Fundación para las Letras Mexicanas: la muerte de Antonio Alatorre representa la muerte de un hombre sabio, de un gran conocedor del idioma. Su trabajo se enfocó en nuestro idioma y ese es su legado: el estudio de nuestra lengua, la apreciación de nuestra lengua, enseñarnos a querer nuestro idioma, ese es el mayor de los legados.

Miguel G. Rodríguez Lozano, del centro de estudios literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM: Antonio Alatorre fue uno de los maestros fundamentales de la Facultad de Filosofía, experto en poesía del Siglo de Oro, un excelente editor en el Fondo de Cultura Económica, muy amigo de Rulfo y Arreola. Un libro que uno recuerda mucho como estudiante es Los 1001 años de la lengua española, obra fundamental. Un hombre emprendedor, estuvo en la Nueva Revista de Filología Hispánica que es muy importante en el medio académico, sin duda una pérdida para el medio intelectual.

Evocación al maestro

Luis Fernando Lara, doctor en lingüística y literatura hispánica por el Colmex: fue mi maestro, a él debo la posibilidad de hacer el Diccionario del español de México (proyecto que encabeza en el Colmex). Como maestro además lo que fue importante, desde mi percepción de lingüista, fue su concepción de la lengua que se manifiesta en su libro Los 1001 años de la lengua española, sobre todo en su práctica del español llano, elegante, sin ningún barroquismo, extremadamente cuidado y abierta tanto al aprecio de la cultura del español como de nuestras regiones. Siempre hizo hincapié en su carácter de jalisciense, personalmente es lo que más le debo.

El Centro de Estudios Lingüísticos le debe su presente, es decir, aunque sus fundadores fueron Alfonso Reyes y Raimundo Lida, las características del centro se deben a él y el modo en que instauró una filología de primera calidad, a la altura de la mejor del mundo, la enseñanza que daba en tanto a la lengua así como los estudios literarios, la dedicación a la Nueva Revista de Filología Hispánica, una de las mejores hoy día, y luego su obra personal, todo lo que dedicó al estudio de Sor Juana, el libro Fiori di soneati: flores de sonetos (Paréntesis/Aldus/El Colegio Nacional, 2001) y El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro (FCE, 2003).

Además, algo que no se nota es su trabajo de traductor para libros del Fondo de Cultura Económica, imprescindibles en el mundo de la lengua española, como los libros de Curtius de literatura latina, traducciones absolutamente imprescindibles.

Perdemos al mejor de nuestros maestros, filólogo de los que hoy ya no existen y nos deja con una responsabilidad fuerte de seguir sus enseñanzas.

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